Ya han pasado casi 9 meses desde nuestro retorno a nuestro monasterio de San José aquí en Colombia. Aunque la mayor parte del tiempo lo hemos pasado guardando los protocolos de seguridad por esta Pandemia del Covid 19 que vive el mundo entero, son muchas las cosas que hemos podido vivir e ir realizando desde este lugar tan bendecido por Dios…

En medio de toda esta situación, San José ha sido nuestro gran intercesor ante el Padre. Llevábamos desde antes de nuestra partida a Londres atentos a un señor Alonso que trabajaba muy bien lo relacionado con el movimiento de tierra y construcción de carreteras, pero había sido imposible por el número de encargos que tenía; tanto que pensábamos gestionar con otras personas que poseen la maquinaria para llevar a cabo este tipo de trabajos y que sorpresa el día 18 marzo vísperas de San José, nos llamó para decirnos que podíamos iniciar los trabajos precisamente el día 19, Solemnidad de nuestro Santo Patrono. Terminada la santa misa nos desplazamos hasta la finca y allí una vez bendecida la retroexcavadora, Darío uno de los operarios inicio la obra. Han sido jornadas muy intensas, de mucha alegría, esperanza, sueños, dificultades, pero sobre todo de confianza en el Señor. Hemos tenido momentos de oración y encuentro con el Señor en la Eucaristía. Cuántas peticiones y acciones de gracias ante Jesús Eucaristía de amigos de todo el mundo que nos piden tenerlos en cuenta en la Adoración; cuántas bendiciones de ellos con sus pequeños aportes para poder ir pagando todos los trabajos. Dios no se deja ganar en generosidad. Aún con todas las dificultades que hemos tenido por la cuarentena obligatoria por la que estamos pasando se ha podido avanzar. El mes de mayo lo hemos dedicado a honrar a la Virgen María y en sus manos con el rezo del santo rosario hemos puesto todas nuestras intenciones, las de la Congregación y las del mundo entero. Estos meses de junio a noviembre han comenzado con mucha lluvia y demasiado trabajo. La carretera que va hacia San José estaba en muy mal estado y por eso hemos tenido que invertir en arreglarla un poco para tenerla mejor dispuesta para la entrada de trabajadores y material para la construcción de la casita prefabricada donde esperamos vivir mientras se construye el monasterio, cuando Dios así lo quiera. Han sido días de luchar contra el barro, agua y frío etc, pero al ver qué poco a poco, la carretera, la explanada, la Cruz, la casita “Madre Adéle” y los árboles que se han plantado van creciendo y lo material tomando forma, nos da mucha esperanza para seguir adelante.

Dios bendiga a todos los que con sus oraciones y aportes económicos han hecho posible el inicio y sostenimiento de esta obra.

Padre Benito María
Padre Bernardo María
Adoradores del Corazón Eucarístico de Jesús